MARIONETAS DE UN DÉSPOTA I

Bienvenidos a mi ciudad, Valladolid, gobernada por un déspota disfrazado de demócrata –hecho, para que los más cazurros me entiendan, comparable, aunque salvando las distancias, a la elección vía vox populi de un enano cabrón algo maniático allá por mediados del siglo pasado, que trajo la “moralidad” del fascismo y la xenofobia a Europa (para aquellos estúpidos, facción que secunda la demagogia vallisoletana que no sepan aún a quién me refiero, se trata de Adolf Hitler) y que campa a sus anchas con puño de hierro y verdades ocultas por nuestra querida polis. Quizás estaría bien que de una vez dejará, nuestro ilustrísimo señor alcalde, de creerse el ombligo de una ciudad en medio de la meseta y empezar a hacer algo más productivo que llenarse las arcas de sus dos ilustres pelotas con el dinero de los contribuyentes y hacer algo por TODA la ciudad y no en actualizar y renovar todo un sistema administrativo que, si no fuera por la magnífica forma con la que se silencian las verdades, se ve que hace aguas por todas las partes.

He hablado con muchas personas que están en contra del modo imperativo y casi autárquico de legislar de nuestro alcalde, incluso he leído bastantes artículos que apoyan y refutan esta disparatada teoría de corrupción en la alcaldía –porque si mi memoria no me falla se trata de un tema inaudito en las alcaldías españolas-. Pero como no Castilla, tierra de burros y maleantes tiene que permanecer con la boca cerrada porque el último atisbo de valentía lo dimos hace más de cuatrocientos años, ¡Por la República! Padilla, Bravo y Maldonado deben de estar revolviéndose en su tumba si vieran en que se ha convertido nuestra libertad.

Como dijo el poeta: “Acapara sobre sí todo un enjambre de infamias. ¿Cuántas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo?”.

Para aquellos que se pregunten quién soy les diré que quién es solamente la forma de la función qué, y qué soy, un hombre descontento con la realidad que nos han creado. No pretendo cuestionarme vuestra capacidad de observación, simplemente señalo lo paradójico que es preguntarse quien escribe este artículo cuando guarda su identidad bajo un artístico pseudónimo. Y no es que sea por miedo, sino más bien por elegancia –como cuando se insulta en francés, que es como si te azotaran con un látigo de seda-. ¡Pero estoy harto! Harto de ver como cada mañana mi ciudad se hunde cada vez más en las profundidades del engaño, harto de ver como cada mañana las injusticias se colman en la ciudad que me vio nacer, estoy harto de ver como nadie hace nada, estoy harto de ver como yo no hago. Pero eso se va a terminar, la demagogia que ya casi es mayor de edad va a llegar a su fin en la ciudad de Valladolid. Se me caería la cara de vergüenza si Don José Zorrilla, Doña Rosa Chacel o Don Jorge Guillén se dignaran a preguntarme cuál es mi ciudad.

Nuestro alcalde roba, manipula la información y los datos, dilapida nuestro patrimonio cultural a su antojo, administra esta ciudad para licuar el salario de los trabajadores, embolsándose casi tanto al año como nuestro Presidente del Gobierno –es verdaderamente indignante-; restaura edificios intocables para fines propios, porque sin mal no recuerdo la VERDADERA ley de urbanismo –que se ve que es una concejalía que rifan en una tómbola entre los amigos del señor alcalde- prohíbe la remodelación, que no conservación, y ampliación de la altura máxima de un edificio del casco histórico, y a la vista está de todo pucelano y foráneo que nos visite que la última altura está claramente fuera de lugar, y si investigamos un poco más nos vemos en la tesitura de anunciar que, ¡oh!, la constructora es de un amigos del señor alcalde y un porcentaje de ese edificio pertenece al susodicho; por no decir que existe una vivienda de protección oficial –o VPO- que salió a sorteo público recayó en, ni más ni menos que, ¡oh si!, en el hijo del alcalde, que no ha dado un palo al agua porque de lo único que se alimenta es de los cubatas que le ponen en la zona pija y eXclusiva de Valladolid. Podría continuar así con cientos de ejemplos, pero creo que hasta los más tontos habrán entendido el quid de la cuestión pero a saber que otras bajezas morales esconderá la persona que se hace llamar alcalde de Valladolid.

2 parladas:

Anónimo dijo...

Menudo impresentable

Unknown dijo...

Simplemente es una deliciosa lectura